Carta a María

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Querida María,

Espero que te encuentres bien. Yo estoy muy bien. Hace mucho que no hablamos; la última vez fue hace un par de meses, cuando intercambiamos esos audios acelerados en WhatsApp a velocidad x3. Ahora, casi solo nos quedan nuestros “likes” mutuos, aunque he dejado de subir fotos a Instagram. Prefiero dedicar mi tiempo a escribir en el blog, en lugar de pasar el día viendo “stories” o estados en WhatsApp. Además, ya no apareces en mi “timeline”; el algoritmo voraz te ha engullido, y ahora me cuesta encontrarte entre tanto anuncio y tanto ruido.

Te escribo esta carta en papel porque siento la necesidad de retomar las cosas desde el inicio. Hoy me desperté pensando en cómo nos conocimos. Fue hace casi 25 años, cuando un día descubrí tu blog. Poco después, tú encontraste el mío en un “blogroll”. No tardamos en comentar mutuamente nuestras publicaciones, y luego pasábamos horas hablando por teléfono, por Messenger, y, algo más tarde, por WhatsApp. El blog era aquello que pasaba mientras transcurría la vida. De Twitter, nos encantó su inmediatez; era microblogging, después de todo. Y luego vinieron los filtros de Instagram. Recuerdo cómo te encantaba ese filtro que convertía cualquier escena en una maqueta en miniatura. Pasabas horas hablando de las fotos tan buenas que subía Fulano y te emocionaste cuando viste, en la versión digital de un periódico, una de mis fotos de una manifestación que publiqué en Twitter.

Nuestras conversaciones giraban en torno a qué blogs añadíamos a Google Reader y luego a Feedly. Me decías que querías tatuarte aquella frase que leíste una vez: “El RSS es la sangre de la Red”, y yo me reía sin parar. Pero tu blog lleva inactivo varios años. A veces te leo en Facebook y en X, aunque me cuesta mucho entrar en esas redes. Todo se ha vuelto discusiones políticas, y las publicaciones están llenas de ideas que ya no comparto. No soporto los bulos y las noticias falsas. Y, en parte, es por eso que te escribo hoy.

Quiero recordarte que los blogs todavía existen y que, ahora más que nunca, son la alternativa a esos jardines amurallados en los que los grandes barones tecnológicos han convertido las redes centralizadas. Los “blogrolls” y el RSS pueden ayudarnos a reconectar. El Fediverso descentralizado está ahí para ofrecer una salida, como si fuera el Canadá de El Cuento de la Criada. Mastodon es mejor que X. Hay una plataforma en el Fediverso llamada PixelFed, el nuevo Instagram, como aquel que tanto nos gustaba, el de las fotos auténticas. Además, los blogs de WordPress ahora pueden federarse: puedes conversar y publicar desde tu blog, y cualquiera puede seguirte desde una plataforma del Fediverso. No necesitas siquiera una cuenta en Mastodon, por ejemplo. Es como si volviéramos a 2001.

Incluso, ahora existe un WhatsApp libre de vigilancia. Se llama Signal, y si te lo instalas, podemos volver a hablar como hace casi 25 años; empezar de nuevo.

¿Te animas?

Con cariño,

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