Estupendo artículo para suscriptores en El País, por Marta G. Franco. La autora, a la que puedes también encontrar en Mastodon, explica en «Después de Twitter, no tropecemos en la misma piedra» que las redes sociales comerciales, como X (anteriormente Twitter), están controladas por empresas privadas cuyos intereses no siempre coinciden con los valores democráticos. La compra de Twitter por Elon Musk, orientada a favorecer su agenda personal, resalta el problema de la centralización del debate público en plataformas controladas por magnates.
Y es que la dependencia de redes sociales centralizadas pone en peligro la democracia, ya que estas empresas pueden manipular algoritmos y controlar la información. Aunque existen alternativas como Mastodon y el fediverso, las instituciones públicas han fallado en construir un espacio público digital alternativo. Además, competidores como Bluesky, aunque descentralizados, siguen bajo el control de grandes empresas tecnológicas.
El problema es cómo salir del bucle y evitar que las instituciones públicas repitan los errores de depender de redes sociales controladas por intereses privados y garantizar un espacio digital más democrático. Según Marta G. Franco, las instituciones deben aprovechar la oportunidad que ofrece el fediverso, adoptando redes descentralizadas como Mastodon, que se basan en estándares abiertos y software libre. Europa puede liderar esta iniciativa trasladando sus cuentas oficiales a estas plataformas y financiando el desarrollo del software libre necesario para su mejora.
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